Santa María Rosa Molas fundó la Congregación Nuestra Señora de la Consolación, a la cual pertenecen las religiosas que trabajan desde hace varias décadas en el Liceo Bicentenario Monseñor Luis Arturo Pérez, animando el trabajo pastoral.
¿Qué te dice a ti Santa María Rosa Molas hoy?
Un santo es una persona como tú y como yo, que vive lo ordinario de cada día, de modo extraordinario. Porque pone mucho amor en cada cosa que hace.
Lo primero que te dice María Rosa es que tú puedes ser santo o santa. Sí. Tú. ¿Qué tienes que hacer? Ser muy alegre, tratar de ayudar siempre y vivir unido a Jesús. ¡Te reto a intentarlo! ¿Te animas a sentirte muy feliz por estar muy cerca de Jesús?
¡María Rosa te dice que es posible! Y te muestra cómo lo hizo ella misma en su vida.
Cuando era niña, compartía sus cosas, incluso su comida con los más necesitados. En su colegio era una líder positiva, los compañeros siempre la elegían para organizar los juegos. La seguían mucho por su carácter y alegría. Sus profesores felicitaban a su mamá porque era una estudiante muy responsable.
En su adolescencia, acompañaba a María, su mamá, cuando visitaba y cuidaba a los vecinos enfermos por la epidemia de cólera. ¡No tenían miedo! Pero su madre se contagió y murió cuando María Rosa tenía 16 años. Quedó con su papá y al cuidado de sus hermanos varones. Desde esa edad comienza a sentir en su corazón el deseo de ayudar, de acompañar, de consolar.
¡María Rosa te dice que tú puedes convertirte en líder de la alegría y la solidaridad en tu casa y tu colegio! Que un joven que vive unido a Jesús es muy feliz.
Su padre, José Molas, era muy religioso, iba a Misa y hacía retiros espirituales. Pero cuando María Rosa le pidió permiso para ser religiosa se negó rotundamente. Y le dijo que no volviera a mencionar el tema. ¿Cómo hubieras reaccionado tú? ¿Qué haces cuando no te dan permiso? Ella siguió como siempre: bondadosa, servicial, mansa y humilde de corazón. Interpretando la negativa de su papá como la voluntad de Dios para ella.
Siguió visitando el Hospital de Reus, atendiendo y ayudando a los enfermos, dándoles consuelo y alegría. Así iba profundizando su vocación y haciendo más maduro su deseo de ser de Dios y entregarse a los más necesitados.
¡María Rosa te dice que tú puedes utilizar tu energía juvenil y parte de tu tiempo en ayudar! Eso te hará madurar y ser una mejor persona, de la que todos querrán ser amigos.
A los 26 años eligió seguir el camino que Jesús le mostraba como posibilidad de entrega y servicio a los hermanos y hermanas que más sufren. Dejó su casa paterna, aunque su padre no la comprendió, y se sumó a un grupo de mujeres que también compartían este ideal decidiendo consagrarse a la vida religiosa.
María Rosa te dice que, si quieres ser grande, vive las virtudes de la humildad, sencillez, caridad, responsabilidad en tus tareas.
La superiora de esa época confiaba mucho en ella porque era muy sincera. Le decía que “llevaba el alma en la palma de la mano”. Por eso, pronto la nombra líder de otras cuatro hermanas y la envía a la llamada “Casa de Misericordia”, donde vivían niños y ancianos abandonados.
Aquella casa de miseria que encuentran, las hermanas la transformarán en una verdadera Casa de Misericordia, tanto que decían en el pueblo: "o son santas o son brujas”.
También inicia allí una obra de educación con niños de la casa y con las niñas del barrio que no asistían a la escuela. Con el tiempo, y por la buena fama que adquieren, a petición del Ayuntamiento de Tortosa (España) se hará cargo de la dirección de un colegio público femenino (1851) y del hospital de la Santa Cruz (1852).
Después de ocho años en Tortosa, María Rosa junto al grupo de doce hermanas con quienes comparte la vida en estas tres casas, deciden iniciar la Congregación de Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación.
Por último, María Rosa Molas te invita a unirte a muchas personas que están construyendo la Civilización del amor. Porque viven lo pequeño de cada día de modo grande: poniendo mucho amor en lo que hacen.
Con el paso de los años, la Congregación se ha hecho presente en los cinco continentes, en varios países y ciudades. Se conformó una gran familia, la Familia de la Consolación, la que acompaña también aquí en el Liceo Bicentenario Monseñor Luis Arturo Pérez y del que tú formas parte.
En estas aulas, ella te invita a vivir este regalo, la invitación a ser Consolación.
¿Te atreves a vivir el Carisma de la Consolación?
Puedes unirte al Movimiento Consolación para el Mundo, el Voluntariado Consolación, como religiosa consagrada a Dios, o la ONG Delwende.